7 de febrero: Alrededores del embalse de Benagéber


Era una fria o nubosa mañana de invierno. 11 intrépidos aventureros se disponían a hollar con deleite unas oquedades topaceas... Vale, lo siento, me ha salido sólo. De tanto leer a Stewi me he contagiado.

Después de un viaje tranquilo, donde comprobamos como rugía el coche de Enrique Molina, llegamos a la presa del embalse de Benagéber, desde donde comenzaba nuestra ruta. Nada mas empezar, desoimos el consejo de Shrek: "si ves un túnel, no vayas hacia la luz". Una vez salimos de él, Tomás comenzó su primera lección del día: "la energía nuclear". A consecuencia de ello, Enrique Izquierdo estuvo a punto de dormirse mientras caminaba.

Tuvimos que parar en numerosas ocasiones, porque casi todos los integrantes llevaban su propia cámara fotográfica, y la belleza del paisaje no ayudaba a mantener un ritmo constante. Uno de los lugares de más éxito fue el puente colgante, donde nuestras debutantes internacionales (Karolina, Cristina y Alexandra), comprobaron lo locos que estamos los españoles en general, y los amiritmeros en particular.

Comimos, ahora sí, junto a unas oquedades topaceas, un menú que brilló por su calidad y cantidad. La siesta posterior de Enrique M. dió fé de ello. Una vez retomada la marcha, Tono y Rafa compitieron por quien se hacía la foto más arriesgada junto a una roca saliente, al borde de un precipicio (¡lo que hay que hacer por tener un buen perfil en el facebook!).

De vuelta a la presa, Egon nos guió a un bar de Chelva, para acabar la excursión como Dios manda, según manda la tradición de nuestro grupo.

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