Las previsiones climatológicas eran de lluvia en todas partes. Pero eso nunca nos ha frenado y esta vez no fue una excepción. Nos dirigimos a un pueblo de la provincia de Alicante: Tibi. Cerca de este, dejamos nuestros coches en una curva de la carretera, donde era una diana ideal para los moteros que pasaban frecuentemente.
Egon había elegido esta ruta por ser sencilla, ya que ese día debutaba en AMR Federica. Pero los acontecimientos no salieron según lo esperado. Primero tuvimos que atravesar una corriente de agua un par de veces. Joaquín lo hizo más fácil, al depositar piedras donde apoyar nuestros pies. Pero Javi decidió hacer de Stallone en "Máximo riesgo" y saltar por encima del rio, desde un sitio un poco más elevado. El problema es que se emocionó demasiado y acabo por el suelo, aunque sin mojarse. Más tarde caminamos por caminos muy empinados, donde el suelo era bastante resbaladizo. La cosa no quedo ahí, porque tuvimos que atravesar una carretera en un peligroso cruce, donde la visibilidad no era muy buena. Para colmo de males, por la tarde, después de comer unos estupendos chivitos en el Balcón de Alicante, donde pudimos disfrutar de una vista impresionante, se nos puso a llover. Enrique cedió amablemente su chubasquero para que Joaquín y Federica pudieran protegerse, mientras que Egon no dejaba de cantar por cualquier cosa que dijéramos (y algunos se extrañaban de la lluvia). En resumen, que si nuestra debutante decide repetir en otra excursión, es que es una auténtica aventurera.
Después de todo esto, fuimos al pueblo a tomarnos algo caliente, para más tarde visitar el pantano más antiguo de Europa, que parecía estar cerca, pero al que nos costó un buen rato llegar. Una vez visto, Joaquín y Federica decidieron volver a Valencia, y el resto nos dirigimos al pueblo de Xixona.
Nuestra experiencia en ese pueblo no fue muy buena. Primero descubrimos que el sitio que había reservado Javi era una casa un tanto tenebrosa, que tenía un dueño de lo más extraño. Ya nos intentó avisar una lugareña, pero decidimos seguir según lo previsto. La ducha de agua fria, la carencia de enchufes y otros elementos hicieron de nuestra estancia algo muy variopinto. Todos temiamos que en cualquier momento de la noche, nuestro casero se transformara cual Jack Nicholson en "El resplandor". Otro momento difícil de la noche fue cuando quisimos ir a cenar a algún sitio típico. Descubrimos que estábamos en el pueblo más exclusivo del mundo y que si no queriamos tomar pizza con alucinógenos, las posibilidades eran escasas.
A la mañana siguiente amaneció nublado. Pero en cuanto quisimos ponernos en marcha se puso a llover. Cuando ya ibamos a irnos, el fuerte viento empujó las nubes y apareció un cielo totalmente despejado. Decidimos darle una nueva oportunidad a la excursión y salimos hacia el pico. La subida fue larga y dura, pero conseguimos llegar a la cima, después de pasar cerca de la casa del alcalde, convenientemente instalada, y de ver a unas chicas que parecían estar divirtiéndose mucho.
Pero si creiamos que todo iba a resultar relajado al coronar el Migjorn, estábamos muy equivocados. Una densas nubes se acercaban peligrosamente, por lo que tuvimos que hacer el descenso a toda velocidad, comiendo apenas unas patatas. La lluvia nos alcanzó de pleno, pero iba y venía, tomándole el pelo a un Egon que no sabía si ponerse o quitarse su disfraz de dementor.
Cansados, hambrientos y mojados llegamos de vuelta a Xixona. Como ya era muy tarde, tuvimos que irnos a comer a Alcoy, donde nos saciamos en una hamburguesería. Todos menos Egon, que con una ensalada se mantenía fuerte en su idea de hacer dieta. Una vez satisfechos, cogimos el coche de vuelta a nuestros respectivos hogares.
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