Fue una excursión no prevista. Algo totalmente improvisado esa misma mañana. Primero fuimos a ver la presa de Tous. Una vez vista, nos dirigimos a Sumacarcer, donde comimos. El bar ya nos era conocido, porque con el tiempo empezamos a tener una buena base de datos de bares de pueblos de la Comunidad Valenciana. Ya sé que os extrañará leer que no comimos usando nuestro hornillo, pero es uno de los inconvenientes de la planificación rápida.
La excursión fue de las más cortas que hemos hecho. No llegó a los seis kilómetros, sin apenas desnivel. Ello unido a que tampoco llevábamos casi nada en las mochilas, propició que el esfuerzo físico fuera mínimo. Para ponerle un poco de emoción al asunto, decidimos hacer la ruta en el sentido contrario al aconsejado por Stewi (pa' chulos nosotros). Egon robó algunas mandarinas, que resultaron estar muy buenas, a pesar del escepticismo de Javi. Comprobamos que nuestra ruta servía también para las bicis de montaña, porque habían colocado algunos saltos con maderas a cual más suicida. Si hubieramos hecho la excursión en marzo-abril, "el aroma del azahar nos resultaría embriagador" (en palabras textuales de Egon), por la cantidad de campos de cítricos que atravesamos.
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