5-6 de diciembre. Conociendo el Rincón de Ademuz

En nuestro afan por conocer los diversos rincones -de la Comunidad Valenciana- donde la naturaleza se muestra de un modo más interesante, nos dirigimos en el puente de la Inmaculada hacia el Rincón de Ademuz. Ya lo quisimos visitar en el puente de Todos los Santos, pero la climatología nos lo impidió; algo que no ocurrió en esta ocasión. Las previsiones eran de frio y lluvia, pero eso no consiguió frenarnos.

Cuando llegamos al pueblo de Arroyo Cerezo nos esperaba un gran manto blanco de nieve que lo cubría todo. Pero agradecimos esa circunstancia, ya que el paisaje en ausencia de la nieve hubiera sido un poco desolador. Por este hecho, en más de un momento creíamos estar paseando por la mismísima Siberia.

Una vez más, nos divertimos de lo lindo, haciendo de todo: buscando las marcas de pintura que la nieve no nos impedía encontrar (un aplauso para Egon, lo suyo ya parece un superpoder), encontrando una alcantarilla en medio del campo, admirando las reservas de microflora, patinando sobre hielo, viendo como Ana parecía haber visto la nieve por primera vez en su vida, comiendo una "Doble AMR Burguer"...
Cuando acabamos la ruta, nos dirigimos al hostal donde ibamos a pasar la noche en Ademuz. Gracias a Dios, no se repitió la experiencia del Pixoc, y disfrutamos de una estancia agradable. Los que no lo debieron pasar tan bien fueron nuestros vecinos, que debieron soportar nuestras ruidosas partidas de Party.

A la mañana siguiente, Javi se tuvo que emplear a fondo, para poder levantar al resto de la expedición, que se resistía a despegarse de las sábanas, o de la serie "Zoey" en el caso de Enrique. La lluvía mañanera y la niebla no logró que dejáramos de coronar el pico más alto de Valencia: "El alto de las Barracas".

Después de reponer energías con una arroz a la cubana, con huevos a la plancha, y de teorizar sobre el incidente que parecian haber tenido una pareja de montañeros, nos dirigimos a visitar a unas majestuosas sabinas milenarias. Tras lo cual emprendimos el viaje de regreso a Valencia, cansados pero muy contentos por nuestras 3 excursiones en 2 días, y de lo bien que lo habiamos pasado.

30-31 de Octubre: El Balcón de Alicante y el Migjorn

Las previsiones climatológicas eran de lluvia en todas partes. Pero eso nunca nos ha frenado y esta vez no fue una excepción. Nos dirigimos a un pueblo de la provincia de Alicante: Tibi. Cerca de este, dejamos nuestros coches en una curva de la carretera, donde era una diana ideal para los moteros que pasaban frecuentemente.

Egon había elegido esta ruta por ser sencilla, ya que ese día debutaba en AMR Federica. Pero los acontecimientos no salieron según lo esperado. Primero tuvimos que atravesar una corriente de agua un par de veces. Joaquín lo hizo más fácil, al depositar piedras donde apoyar nuestros pies. Pero Javi decidió hacer de Stallone en "Máximo riesgo" y saltar por encima del rio, desde un sitio un poco más elevado. El problema es que se emocionó demasiado y acabo por el suelo, aunque sin mojarse. Más tarde caminamos por caminos muy empinados, donde el suelo era bastante resbaladizo. La cosa no quedo ahí, porque tuvimos que atravesar una carretera en un peligroso cruce, donde la visibilidad no era muy buena. Para colmo de males, por la tarde, después de comer unos estupendos chivitos en el Balcón de Alicante, donde pudimos disfrutar de una vista impresionante, se nos puso a llover. Enrique cedió amablemente su chubasquero para que Joaquín y Federica pudieran protegerse, mientras que Egon no dejaba de cantar por cualquier cosa que dijéramos (y algunos se extrañaban de la lluvia). En resumen, que si nuestra debutante decide repetir en otra excursión, es que es una auténtica aventurera.

Después de todo esto, fuimos al pueblo a tomarnos algo caliente, para más tarde visitar el pantano más antiguo de Europa, que parecía estar cerca, pero al que nos costó un buen rato llegar. Una vez visto, Joaquín y Federica decidieron volver a Valencia, y el resto nos dirigimos al pueblo de Xixona.

Nuestra experiencia en ese pueblo no fue muy buena. Primero descubrimos que el sitio que había reservado Javi era una casa un tanto tenebrosa, que tenía un dueño de lo más extraño. Ya nos intentó avisar una lugareña, pero decidimos seguir según lo previsto. La ducha de agua fria, la carencia de enchufes y otros elementos hicieron de nuestra estancia algo muy variopinto. Todos temiamos que en cualquier momento de la noche, nuestro casero se transformara cual Jack Nicholson en "El resplandor". Otro momento difícil de la noche fue cuando quisimos ir a cenar a algún sitio típico. Descubrimos que estábamos en el pueblo más exclusivo del mundo y que si no queriamos tomar pizza con alucinógenos, las posibilidades eran escasas.

A la mañana siguiente amaneció nublado. Pero en cuanto quisimos ponernos en marcha se puso a llover. Cuando ya ibamos a irnos, el fuerte viento empujó las nubes y apareció un cielo totalmente despejado. Decidimos darle una nueva oportunidad a la excursión y salimos hacia el pico. La subida fue larga y dura, pero conseguimos llegar a la cima, después de pasar cerca de la casa del alcalde, convenientemente instalada, y de ver a unas chicas que parecían estar divirtiéndose mucho.

Pero si creiamos que todo iba a resultar relajado al coronar el Migjorn, estábamos muy equivocados. Una densas nubes se acercaban peligrosamente, por lo que tuvimos que hacer el descenso a toda velocidad, comiendo apenas unas patatas. La lluvia nos alcanzó de pleno, pero iba y venía, tomándole el pelo a un Egon que no sabía si ponerse o quitarse su disfraz de dementor.

Cansados, hambrientos y mojados llegamos de vuelta a Xixona. Como ya era muy tarde, tuvimos que irnos a comer a Alcoy, donde nos saciamos en una hamburguesería. Todos menos Egon, que con una ensalada se mantenía fuerte en su idea de hacer dieta. Una vez satisfechos, cogimos el coche de vuelta a nuestros respectivos hogares.

10 de octubre: Dando la vuelta al castillo de Sumacarcer

Fue una excursión no prevista. Algo totalmente improvisado esa misma mañana. Primero fuimos a ver la presa de Tous. Una vez vista, nos dirigimos a Sumacarcer, donde comimos. El bar ya nos era conocido, porque con el tiempo empezamos a tener una buena base de datos de bares de pueblos de la Comunidad Valenciana. Ya sé que os extrañará leer que no comimos usando nuestro hornillo, pero es uno de los inconvenientes de la planificación rápida.

La excursión fue de las más cortas que hemos hecho. No llegó a los seis kilómetros, sin apenas desnivel. Ello unido a que tampoco llevábamos casi nada en las mochilas, propició que el esfuerzo físico fuera mínimo. Para ponerle un poco de emoción al asunto, decidimos hacer la ruta en el sentido contrario al aconsejado por Stewi (pa' chulos nosotros). Egon robó algunas mandarinas, que resultaron estar muy buenas, a pesar del escepticismo de Javi. Comprobamos que nuestra ruta servía también para las bicis de montaña, porque habían colocado algunos saltos con maderas a cual más suicida. Si hubieramos hecho la excursión en marzo-abril, "el aroma del azahar nos resultaría embriagador" (en palabras textuales de Egon), por la cantidad de campos de cítricos que atravesamos.

3 de octubre: Las riberas del Magro

Para comenzar su 4º año de existencia, Egon y Javi, los dos amiritmeros más experimentados, decidimos hacer una excursión que recorría un tramo del rio Magro. Nos hizo un día soleado, como es costumbre, pero no en exceso. Fue una excursión muy entretenida, en la que no paramos de atravesar el cauce de ribera en ribera. Al principio lo pudimos hacer facilmente, gracias a la existencia de puentes, pero más tardes los puentes se transformaron en troncos o en simples rocas, que nos hicieron más difícil nuestra ruta, aunque también más aventurera. Nuestro guía Stewi aseguraba que nos tendriamos que descalzar alguna vez, pero Egon demostró que estaba equivocado. Por si eso no era suficiente, en algunos tramos tuvimos la sensación de estar en plena jungla, por la cantidad de vegetación y plantas punzantes que tuvimos que atravesar. No obstante, nada nos pudo detener, aunque dimos algún rodeo. Las plantas no eran las únicas que nos querían. Los animales, representados por las avispas, nos hicieron una visita mientras comiamos. Y más tarde, dos ciervos cruzaron el camino delante de nuestras propias narices.

En resumen, no tuvimos tiempo de aburrirnos en ningún momento, algo que es habitual en nuestras excursiones.

6-10 agosto: De Puigcerda a Setcases por el GR11

Nuestro objetivo es cruzar los Pirineos, de mar a mar. El año pasado comenzamos, yendo de Setcases a Albanya. En aquella ocasión pecamos un poco de novatos. No pudimos hacer todo el recorrido previsto, acabamos agotados (alguno incluso lesionado), nos hizo un calor horroroso, la organización falló en algunos momentos... Pero este año hemos aprendido de nuestros errores, y podemos decir que la expedición ha sido un rotundo éxito.

Hicimos todo el recorrido previsto, aún siendo más duro que el anterior. Rozamos los 3000 metros de altitud en algunos momentos. Además, los paisajes que recorrimos fueron mucho más bonitos, destacando de forma particular el Valle de Nuria, rodeado por unas montañas majestuosas. Excepto a grandes alturas, el verde intenso de la vegetación nos golpeaba continuamente. Los bosques y los continuos riachuelos que cruzábamos nos hicieron muy agradable la travesía

Se notó perfectamente el entrenamiento. Quizás Enrique, el único que no se había entrenado expresamente fue el que más tuvo que esforzarse en algunas pendientes, pero completó casi todo la travesía sin apenas problemas. Egon, el más damnificado el año anterior, subía sin ningún inconveniente, gracias a sus dos bastones y a su mejor condición física.

El tiempo nos respetó en todo momento. Bien es verdad que acabamos todos quemados por el sol, sobretodo Enrique, pero durante el día el calor era soportable, y cuando se iba el sol el tiempo pasaba a ser de lo más agradable. Más de una vez tuvimos que recurrir a sudaderas y polares. La primera noche, en Puigcerda, incluso tuvimos que dormir con manta.

Todo salió según lo previsto, con lo que los organizadores se desquitaron de algunos errores del pasado. No hubiera sido posible sin la ayuda de Carlos y Amparo, que "casualmente" hacían otro plan más relajado por la misma zona. También el GPS de Enrique nos ayudó a no perder el rumbo en ningún momento. Pudimos descansar muy bien en todos los sitios, sin sufrir demasiado los ronquidos de Javi. Y los menús que hicimos provocaron que más de una vez tuviéramos que chuparnos los dedos (literal y figuradamente).

A la vuelta, en el tren, al margen de algunos polémicos juegos, Egon y Javi ya empezaban a darle vueltas al siguiente plan por la senda pirenaica.

5 de junio: De Calles a Chelva por la Peña cortada


A estas alturas del año, el calor no nos permite hacer excursiones muy duras, pero en este caso, no ha ido en detrimento de la diversión y el paisaje. Nos proponiamos unir los pueblos de Calles y Chelva, por la ruta que atravesaba la Peña cortada. Esta vez, el Departamento de Logística no acertó en el aprovechamiento de medios de transporte, ya que eramos 4 personas y 3 coches.

En nuestro corto camino tuvimos tiempo de atravesar bosques, puentes, rios, cuevas y acueductos. En algunos lugares, el camino estaba inundado, pero nuestra agilidad y destreza permitió que no nos mojáramos. Aunque sí que pretendiamos hacer eso más tarde. Egon y Tomás nos ofrecieron a lo largo del día un concierto de estornudos, a causa de sus alergias.

Cuando ya terminábamos la ruta, y pretendiamos coger el coche de Javi para ir a por los coches de Egon y Carlos, que habiamos dejado al inicio del camino, Javi nos sorprendió con la noticia de que se había dejado las llaves en el coche de Egon. Menos mal que un amable conductor llevó a los autoestopistas Egon y Carlos al pueblo de Calles, donde pudieron coger sus coches y arreglar el entuerto.

Pero, por si esto no era suficiente, cuando nos fuimos a comer cerca de un balneario donde había una piscina que pretendiamos disfrutar, notamos que había demasiada tranquilidad. Más tarde comprobamos que cerraban la piscina a mediodía, por lo que teniamos que esperar más de una hora. Tiempo que aprovechamos para refrescarnos, aunque Egon y Carlos tuvieron que irse antes, y sólo Javi y Tomás pudieron disfrutar de las frias aguas.

9 de mayo: Xátiva y la Vall d'Albaida


Este no está siendo el año en el que estamos haciendo más excursiones, pero las que hemos hecho han valido siempre la pena. En esta ocasión, nos dirigiamos al pueblo de Xátiva, concretamente a la fuente de los 25 caños, desde donde comenzamos nuestra andadura. Aunque la guía no era muy clara, Egon supo llevarnos por el buen camino. En todo momento caminamos cerca del rio Albaida, gracias a lo cual los mosquitos se convirtieron en nuestros amigos inseparables. La cámara de Pacho esta vez no pudo inmortalizar el paisaje, ya que se quedó sin energías.

El día volvió a salirnos soleado, pero esta vez se excedió. La parte buena es que volvimos con un color de piel muy bueno, pero el calor a veces era difícil de soportar. Una situación divertida fue cuando estábamos a punto de llegar a una fuente, donde teniamos pensado parar a comer. Estuvimos un buen rato imaginando donde estaría, con ocurrencias bastante graciosas, sobretodo por parte de Enrique. Más tarde de lo esperado llegamos, y pudimos degustar su fresca agua. Pero de una situación graciosa pasamos a otra. Resulta que el Departamente de Alimentación no había calculado bien la cantidad de gas necesaria. El resultado fue que algunos filetes se quedaron sin hacer. Aunque eso no detuvo a los ingenieros Egon y Javi, que supieron salir airosos, y disfrutar al final de un buen bocadillo.

Cuando ya estábamos llegando al pueblo, nos sorprendió un aguacero que nos dejó calados en pocos minutos, teniendo que esprintar para llegar a algún sitio donde resguardarnos. Esas inclemencias del tiempo no impidieron que pasáramos un día muy agradable y divertido.

10-12 de abril: Morella y alrededores


Nuestro plan para el puente de San Vicente comenzó el sábado, con una larga excursión por los alrededores de Villafranca del Cid. Los enormes bosques de la zona nos hicieron disfrutar de lo lindo. Pero sobretodo nos lo pasamos bomba con los desvarios made in Joky & Egon. La venida del Plátano, la deformación profesional que mostrábamos cada uno, o la historia del kragen (¿o era Graken?), fueron algunos ejemplos.

Gracias a los contactos de Egon, al terminar pudimos alojarnos en un estupendo albergue, donde nos duchamos y cambiamos. Más tarde subimos a Morella para degustar la gastronomía típica del lugar, conocer un poco más la cultura polaca, y celebrar el triunfo del Barça sobre el Madrid. Ya por la noche, Egon y Javi se dedicaron a compartir sonidos a cual más raro.

El domingo amaneció aún más soleado y caluroso, si eso era posible. Gracias a ello, hoy podemos presumir de un bronceado que es la envidia de toda Valencia. Esta vez la ruta era de Forcall a Morella, por un camino muy bonito por la mañana, y muy monótono por la tarde. Comprobamos lo buenas que estaban las quelitas con sobrasada, obsequio de Javi, el cual se emocionó tanto que acabó cortándose el dedo. Menos mal que Egon y su botiquín estaban ahí para salvarle. Más tarde conocimos de primera mano a unas excursionistas con las que no contábamos: las procesionarias.

Por la tarde, Joky se volvió a Valencia, dejando el grupo reducido a 3. Después de cenar, Enrique nos demostró como se puede ganar al tute, remontando espectacularmente una partida que Javi ya creía tener ganada.

El lunes quedó reservado para visitar el pueblo de Morella, con su castillo y sus calles. También disfrutamos de la típica comida morellana, con ternasco incluido. Enrique sucumbió a los encantos del chocolate, mientras Egon y Javi probaron la cuajada que Joky tan brillantemente despreció dos días antes.

Nos hubiéramos quedado más tiempo, pero nuestras obligaciones nos llamaban, así que a primera hora de la tarde, después de comprar varios productos típicos, emprendimos el viaje de vuelta a Valencia.

14 de marzo: Una vuelta por la Sierra del Fraile

Después de más de un mes sin salir, aprovechamos el domingo antes de la semana grande de las Fallas, para escaparnos a tomar el aire por el monte. Nuestro destino era Biar, un pueblo de la provincia de Alicante. Partimos hacía allí en coches. El viaje no estuvo libre de entretenimientos. Los que ibamos en el coche de Ana charlábamos amigablemente, cuando de pronto el coche emitió un sonido fuerte y estridente. Dicho sonido, que nosotros pensábamos que anunciaba la autodestrucción, tenía como objetivo avisarnos de la escasez de combustible.

Ya en camino, Egon y Ana debatieron ampliamente sobre las distintas alternativas existentes para matar a unos conejos, que se comian las cosechas del campo de Egon. Pacho, una vez más, agoto la memoria de su cámara, inmortalizando los distintos paisajes que nos encontrábamos. Y Egon nos hizo la boca agua, explicándonos su supervivencia alimenticia cuando vivía en Alemania. La ruta, aunque no era corta, había sido elegida por no ser muy exigente, ya que Enrique había invitado a una amiga suya, de la que desconociamos su resistencia física. Raquel nos sorprendió con su adaptación, casi siempre en cabeza de la expedición.

En la parte final de la excursión, Ana quiso desoir las instrucciones de nuestro guía Stewi. Egon y Javi, escandalizados, le retaron a que ella fuera por donde creía y ellos seguirían las instrucciones del libro. Fue igualmente sorprendente ver como el resto de expedicionarios se unía al bando de Ana, dejando a los fundadores del grupo sólos. El tiempo dió la razón a los que habían permanecido fieles a Stewi, ya que llegaron con más de 6 minutos de antelación, a pesar de que Ana intentó hacer trampa, corriendo al final, separándose de su propio grupo. En un mismo día se violaron dos reglas básicas del grupo: seguir las instrucciones del libro y permanecer siempre todo el grupo unido. La Junta de Gobierno estudiará el comportamiento de Ana, vocal del grupo, e instigadora de estos nefastos hechos.

7 de febrero: Alrededores del embalse de Benagéber


Era una fria o nubosa mañana de invierno. 11 intrépidos aventureros se disponían a hollar con deleite unas oquedades topaceas... Vale, lo siento, me ha salido sólo. De tanto leer a Stewi me he contagiado.

Después de un viaje tranquilo, donde comprobamos como rugía el coche de Enrique Molina, llegamos a la presa del embalse de Benagéber, desde donde comenzaba nuestra ruta. Nada mas empezar, desoimos el consejo de Shrek: "si ves un túnel, no vayas hacia la luz". Una vez salimos de él, Tomás comenzó su primera lección del día: "la energía nuclear". A consecuencia de ello, Enrique Izquierdo estuvo a punto de dormirse mientras caminaba.

Tuvimos que parar en numerosas ocasiones, porque casi todos los integrantes llevaban su propia cámara fotográfica, y la belleza del paisaje no ayudaba a mantener un ritmo constante. Uno de los lugares de más éxito fue el puente colgante, donde nuestras debutantes internacionales (Karolina, Cristina y Alexandra), comprobaron lo locos que estamos los españoles en general, y los amiritmeros en particular.

Comimos, ahora sí, junto a unas oquedades topaceas, un menú que brilló por su calidad y cantidad. La siesta posterior de Enrique M. dió fé de ello. Una vez retomada la marcha, Tono y Rafa compitieron por quien se hacía la foto más arriesgada junto a una roca saliente, al borde de un precipicio (¡lo que hay que hacer por tener un buen perfil en el facebook!).

De vuelta a la presa, Egon nos guió a un bar de Chelva, para acabar la excursión como Dios manda, según manda la tradición de nuestro grupo.

Si quieres ver las estadísticas de la excursión pincha aquí.

17 de enero: De Serra al Garbí y vuelta


Quedamos a las nueve de la mañana en la parada de metro de Campanar-La Fe. Pero esta tiene varias salidas, y Pacho se preocupó por conocerlas todas, antes de reunirse con nosotros y partir hacia la Sierra de la Calderona.

Una vez allí, comprobamos que el autor del folleto que seguiamos, no distinguía entre punto kilométrico 21 o 23. En él se encontraba la fuente de Sant Josep, de donde debíamos partir. Al final, después de varias vueltas de coche, partimos desde la fuente de L'Ombria. Creiamos que le habían cambiado el nombre, porque el pueblo sería laico. Pero nos equivocábamos. Menos mal que desde ahí partía una ruta, que enlazaba con la nuestra, y pudimos desenredar el entuerto; gracias al GPS de Tomás y a la correcta interpretación del mapa de nuestro guía. Para no aburrirnos, Egon nos demostró la capacidad de su cámara de cambiar en las fotos los colores de la ropa y la cara de las personas.

Nuestro camino nos llevó a un castillo medio derrumbado, desde donde tuvimos una vista magnífica de la sierra y el mar. Más tarde pasamos por la fuente de Barraix, donde hace un tiempo tuvimos el honor de conocer al autor de nuestra guía excursionista, Esteban Cuellar (Stewi para los amigos).

Por fin llegamos a la cima del Garbí, donde Pacho vació el carrete de su super cámara. Enrique y Enrique II debatieron ampliamente sobre la seguridad laboral. Y Javi se dedico a preparar la excelente comida que teníamos por delante.

A la vuelta, Egon tuvo un tirón de pie (si vosotros sabeis lo que es no dudeis en explicármelo) y eso le llevó a tergiversar la ruta y hacernos dar una gran vuelta para volver a los coches. No obstante, todo se olvidó en el bar del pueblo (el mejor momento de la excursión para Enrique), donde Pacho nos explicó los tipos de cafés y platos típicos que existen en Colombia, para gran pesar de Javi y Egon, que hace pocos días habían empezado su dieta.