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4 de Diciembre: Sinarcas - El Barranco del Regajo

Por fin el tiempo nos concedió un respiro y pudimos realizar la excursión programada acompañados de un estupendo día. En esta ocasión el destino era Sinarcas, e íbamos a recorrer parte del Barranco del Regajo siguiendo la recientemente adquirida nueva guía de nuestro Stewi.
Quedamos todos puntuales en la parada de Nou d'Octubre y nos fuimos poco a poco hacia Sinarcas, escuchando una canción de Cher que nos acompañaría durante todo el día, e intentando traducir frases del italiano, que jamás fue tan complicado.
Una vez en Sinarcas, nos dirigimos a la Ermita de San Marcos, punto de partida de la ruta. Aunque el Sol brillaba fuerte en el cielo, el frío fue nuestro principal compañero de excursión, haciendo que hasta Karolina (Polonia) y Víctor (Valladolid) tuvieran que abrigarse convenientemente.
La ruta pronto nos mostró unas estupendas vistas desde el Mirador de las Grajas, en donde se podría apreciar el surco realizado durante siglos por el barranco.
Continuamos el descenso al lecho y, con una pequeña pérdida, llegamos a través de un cómodo camino junto a un antiguo, aunque muy bien conservado, molino. Allí decidimos almorzar, disfrutando de la tranquilidad, del sol, y de unas adictivas galletitas saladas que nos invitaban a seguir descansado allí. No obstante, la cabeza pudo al corazón y nos volvimos a poner en marcha.
Una vez en el lecho, caminamos junto a él mientras Víctor nos comentaba las distintas modalidades del juego de orientación, y Karolina disfrutaba de las fotografías entre los huecos de las rocas.
Al llegar a un punto que consideramos difícil de vadear, volvimos tras nuestros pasos y regresamos al molino, retomando la ruta junto a un centenario chopo. Pronto comenzaron los problemas, pues las lluvias de los últimos días y la humedad reinante, hacían del suelo (muy arcilloso por cierto) una auténtica pista de patinaje en algunos puntos. Tras comenzar por el lecho, subir a una acequia, bajar de nuevo al lecho, sortear cientos de zarzas... la aparición del área recreativa del Regajo nos sentó a todos como una bendición divina. Allí decidimos preparar la comida aprovechando las magníficas instalaciones. El chef Egon nos preparó unos chivitos (uruguayos o españoles), que sentaron de maravilla mientras comentábamos las diferentes formas de celebrar la Navidad.

Si pensábamos que ya estaba todo hecho, sin duda nos equivocamos. Después de comer, el camino siguió con su tónica anterior de barro, plantas, árboles, agua... ni tan siquiera las huellas de los animales nos marcaban un camino mejor. Harta de tanto barro, Karolina decidió limpiarse los pantalones metiéndolos hasta casi la rodilla en uno de los vados del barranco.
Finalmente, tras realizar 3 kilómetros en hora y media, llegamos a una preciosa chopera en donde Egon nos recordó que todavía estamos en otoño y en donde descubrimos que Enrique es de sangre fría (¿o era caliente?).
La vuelta por el otro lado del barranco se hizo considerablemente más cómoda, ya que salvo algún corto tramo, el resto era por pista, lo cual se agradeció y mucho.
Finalmente llegamos a la ermita atravesando un campo de vid primero y otro en barbecho después, nos limpiamos el abundante barro que traíamos encima, y nos fuimos al pueblo a disfrutar de unos merecidos cafés, tés y colas.

4-Junio: El Barranc del Queixal-Fresnal

Amaneció un día en que los meteorólogos pronosticaban lluvia y frío y, sin embargo, apareció soleado. En función del tiempo debíamos escoger entre dos posibles rutas: la Ruta del Agua de Chelva o el Barranc del Queixal-Fresnal, en Mijares (Buñol). El miedo a que los meteorólogos acertaran a media mañana o las ganas de guardar la Ruta del Agua para un día de más calor y mejor tiempo, nos hicieron decantarnos por Mijares.

Quedamos, esta vez, junto a la parada de Campanar-La Fé junto con un grupo muy novedoso. A los tradicionales Egon y Enrique Izquierdo, se nos unió Raquel que hacía tiempo que no venía, y Karolina, que tras casi un año de ausencia por fin pudo volver a los montes. Además, a última hora Claudia no pudo venir, pero en su lugar apareció Gustavo, un nuevo compañero de
Colombia que se animó a venirse con nosotros. Finalmente, Cristina y Raúl consiguieron convencer a tres de sus amigos para que probaran con nosotros: Adrián, Agustín y Jorge, los que esperamos se divirtieran con nosotros.

Una vez llegados a Mijares, no sin antes haber parado diez minutos a hacer un heterogéneo descanso (la mitad estaban mareados y la otra mitad almorzaron), comenzamos la ruta. Esta vez seguíamos las instrucciones de la página web Senderos Valencianos, que resultaron ser un poco erróneas. Menos mal que acompañan la ruta para GPS... Por una cosa u otra, nada más empezar nos perdimos y escogimos el camino erróneo. Menos mal que al poco rato supimos rectificar y regresamos a la senda correcta.

La ruta transcurría tranquilamente por camino hasta que llegamos a la citada rambla.
Allí el camino se volvió más aventurero y nos obligó a sortear piedras, rocas, plantas y hasta alguna pequeña pared que tuvimos que "escalar". No obstante, hay quien encontró esto de lo más divertido y disfrutó cual niño/a pequeño/a.

Continuamos la ruta ya de forma más tranquila, mientras Karolina nos sorprendía con su cada vez mejor y más fluido castellano, y Gustavo nos daba consejos médicos para prevenir y curar tendinitis.

El hambre comenzaba a acechar y decidimos esperar a una fuente que citaba la ruta para comer.
Si alguien ha visto la fuente que nos lo comunique... Allí no había nada, así que proseguimos la ruta hasta encontrar un sitio donde comer. Pero nos aguardaba una sorpresa: el camino sufría un gran ascenso y el hambre de algunos nos hizo dudar de continuar o parar ya. Finalmente se impusieron lo que querían continuar y proseguimos. Al final encontramos una especie de chalet o caseta de montaña y comimos allí pensando que nos encontrábamos en la zona de acampada. La comida fue entretenida y diversa, y un poco más y nos vamos de allí convertidos en Spidermans y Spiderwomans, por que las arañas del lugar tenían un tamaño que superaba al corriente.

Tras comer, encontramos la verdadera zona de acampada, mucho mejor acondicionada y preparada que nuestra "zona de acampada", aunque ya poco nos importó al llevar la tripa llena.
Y la tarde empezó como la mañana: nos separamos del camino. Aunque esta vez decidimos no volver atrás, sino atajar a través de una pequeña bajada monte a través de lo más entretenida, sobre todo el último tramo que hicimos con un particular sistema de frenado.

Y poco a poco, con las quejas de algunos por que la ruta resultó más larga de lo previsto, y los chistes de otros, llegamos de nuevo a los coches. Y para concluir, como no, nos tomamos un refresco en el bar, pero como no había en Mijares, nos acercamos a Yátova. Si el bar no va a "A mi ritmo", "A mi ritmo" va al bar...

1-2 de Mayo: Las Riberas del Mijares

Aprovechando el Puente del 1 de Mayo, AMR organizó una nueva excursión de un par de días, que contó con la presencia de Pacho, Enrique Izquierdo y Egon. El destino fue la zona del Alto Mijares, zona que hacía ya tiempo que queríamos visitar. Y para comenzar diremos que la elección fue un grandísimo acierto por lo espectacular, bello y variado de las rutas seguidas.

Comenzamos el día esperando a Enrique, que nos demostró que la puntualidad de la vez anterior fue solamente un desvío en su habitual conducta. Una vez reunidos y con los dos coches en marcha, iniciamos la ruta hasta llegar al turístico pueblo de Montanejos, en donde dejamos uno de los coches para proseguir con el otro hasta Puebla de Arenoso. La ruta estaba descrita en sentido Montanejos - Puebla, pero el espíritu aventurero de AMR salió a relucir y confiando en nuestra intuición, decidimos realizarla al revés. Modestia a parte, tenemos que decir que no tuvimos ningún problema, aunque para ello ayudara considerablemente la magnífica señalización del sendero.

La ruta comenzó ya espectacular, elevándose rápidamente sobre Puebla y ofreciéndonos unas magníficas panorámicas del Embalse de Arenós. Pacho no pudo esperar ni dos minutos a desenfundar su cámara y empezar un recital de "clics" que duró dos días.
Tras ascender al Pilón de Cuatro Caminos charrando de cine, realizamos un descanso-almuerzo en donde pudimos comprobar lo tremendamente bien alimentadas que estaban las hormigas del lugar y el grave problema de memoria que tenía... esto... ¿quién era?... ah sí... Enrique.
Tras el descenso llegamos a la bonita aldea de Los Calpes, en donde junto a una refrescante fuente, Egon nos preparó unas deliciosas AMRBurgers.
Ya con el estómago lleno continuamos el recorrido, y entre fugaces vistas de ciervos y las 4 gotas que nos cayeron, llegamos al río Maimona, el cual tuvimos que vadear cada uno como pudo. Desde aquí empezó una gran subida que no sabíamos muy bien cuando acabaría y a santo de que venía, pero al poco rato lo descubrimos. Al llegar al punto más alto comenzamos a apreciar uno de los paisajes más sobrecogedores de la historia de AMR: el Barranco de la Maimona. Bajo unas paredes casi verticales de más de 150 metros transcurre el río, que queda reducido desde esa altura a prácticamente un hilillo. Impresionantes vistas y realmente impresionante el paisaje que muestra la senda, sobrevolando prácticamente el barranco. No podíamos dejar de hacer fotos y contemplarlo.
Pero se hacía tarde y tuvimos que regresar poco a poco hacia Montanejos, en donde cogimos el coche y regresamos a la Puebla. Allí fuimos a la pensión y tras una ducha y un paseo por el pueblo, volvimos a cenar a Montanejos, en donde Enrique y Pacho engañaron a Egon que se quedó sin fútbol.

Ya el segundo día, y a pesar de las predicciones de diluvio, amaneció un día prácticamente raso. Desayunamos en el bar y comenzamos la etapa. Salimos de Puebla con la convicción de que la etapa del día anterior sería difícil de igualar, pero la ruta se encargó de desengañarnos.
Pronto nos adentramos en frondosos bosques, barrancos, riachuelos, la ribera del Mijares... que nos recordaba más a un paisaje de Pirineos que a la Comunidad Valenciana. Por este motivo tardamos mucho en recorrer la primera parte, porque cada 5 pasos Pacho tenía que hacer una foto. Entre cerezos, granados, chopos y pinos fuimos caminando agradablemente hasta el pueblo de Olba, al cual entramos por el encantador barrio de Los Moyas. Junto al Puente de Carlos IV, el cocinero Egon nos preparó una extraña mezcla de pastas, que resultó estar bastante buena.
Ante la perspectiva de unas nubes negras que se acercaban y de lo que tarde que se nos había hecho, retomamos rápidamente el camino. Pronto llegamos a un desvío, en donde debatimos si acercarnos a la Fuente de la Salud, que quedaba a unos centenares de metros. Finalmente optamos por ir, y fue una de las mejores decisiones que tomamos. El rincón de la Fuente es realmente precioso, con un arco morisco medio derruido, y una frondosidad fuera de la habitual. Merece mucho la pena hacer el desvío.
Continuando la ruta, atravesamos varias veces el río Mijares, y los barrios de Los Pertegaces, Los Villanueva y Los Giles, en donde nos refrescamos en su fuente para dirigirnos en un bonito descenso de nuevo hacia el Mijares, en donde junto al puente de la carretera nos esperaba el coche para volver.

Y en el bar de Puebla, para no perder la tradición, finalizó esta escapada que ha sido sin duda una de las más (si no la más) bonita y espectacular que haya hecho AMR. Recomendable 100%.

17 de Abril: El Barranco del Carcalín

Tras casi dos meses de espera, A mi ritmo volvía a la montaña. Y lo hacía programando una excursión por las cercanías de Buñol, siguiendo las instrucciones de una nueva página web recientemente descubierta (que Stewi nos perdone). En esta excursión contamos con tres nuevos integrantes: Claudia, Ángela y Nacho Meroño, que esperamos sigan apuntándose a nuevas excursiones. Además, nuestra integrante más nerviosa, Poupée, celebró su décima excursión con nosotros. Enhorabuena!

A las nueve en punto nos habíamos citado en el punto habitual, en donde nos sorprendió a todos un puntualísimo Enrique. Por contra, el grupo comandado por Pacho y Cristina sufrió los malos horarios del metro un domingo de mañana y tardó un poco más.
Ya con todos los integrantes, nos repartimos en los coches y nos dirigimos a Buñol, en donde llegamos en apenas media hora. Una vez aparcados los coches y repartida la comida, nos dispusimos a comenzar. Y ahí apareció la primera controversia del día: Víctor, que ya había hecho la excursión con anterioridad, nos indicaba un camino, mientras la ruta indicaba otro. Finalmente nos fiamos, evidentemente, de la ruta.

Tras un corto tramo caminando, en donde un grupo de aventajados comandados por Nacho Ferrer se pasaba alegremente todos los desvíos, llegamos al punto de desvío hacia el Puente Natural. Punto en donde el barranco era tan estrecho que incluso hicimos amistad con la gente que caminaba por el sendero de la otra vertiente. Intrigados por el Puente Natural, y desatendiendo los consejos de nuestra más que prudente nueva amiga, decidimos descender al citado Puente, que resultó ser mucho menos espectacular de lo que esperábamos, aunque lo compensamos con un rico almuerzo.

De nuevo en camino, y pasando junto a las vallas del tren, llegamos a la Cueva Grande en donde un grupo de intrépidos estaban practicando escalada. Tras contemplarlos un rato continuamos hasta la pequeña presa de contención, en donde Cristina nos realizó unas espectaculares fotografías y en donde decidimos descansar de nuevo. Apremiados por un insistente Egon y por una intranquila Poupée, nos pusimos de nuevo en marcha. Víctor nos descubrió una bonita casa de verano, y Pacho satisfizo su vena fotográfica haciendo fotos a las chicas junto a las flores del lugar. Ascendiendo ligeramente llegamos a las vías del tren, que teníamos que traspasar, o tras pasar, prudentemente. Ni caso... nos hicimos fotos, hablamos tranquilamente, Nacho Ferrer hizo un boicot en las vías...

Continuando el ascenso tuvimos otro momento de duda, y eso a pesar de estar perfectamente equipados gracias a los GPS de Nacho Meroño y Enrique. Finalmente optamos por la opción correcta y en pocos minutos ascendimos al punto más alto, en donde un chaletero nos sugirió que ya era hora de comer. Y le hicimos caso, aunque nos costó encontrar el sitio adecuado.
Finalmente, los cocineros Egon y Nacho Ferrer nos ofrecieron, ayudados de los pinches, un bocata de longanizas con pisto que nos sentó de maravilla a todos. Bueno, a todos menos a Enrique, al que le provocó un ataque de susceptibilitis aguda, que comenzó con un ataque frontal al café de Nacho Ferrer. Mientras todos reíamos la situación, Víctor nos demostró como se acomoda un verdadero amiritmero.

Tras llenar el estómago, nos pusimos de nuevo en marcha, y en suave descenso fuimos poco a poco regresando a Buñol. Por el camino, Pacho se erigió de nuevo en embajador turístico de Colombia, y tras haber convencido ya a Egon en anteriores ocasiones, centró sus esfuerzos en Mireia. Mientras, Poupée, para desgracia de Nacho Ferrer, se dedicó a bañarse en las apetecibles pozas del barranco, dándonos envidia a más de uno.

Finalmente, acabamos la excursión donde siempre, en un bar, tomando algo fresquito. Aunque esta vez fue más corto de lo habitual por las prisas de Egon, que prometió ir más relajado la próxima excursión.

19 de Febrero: El Circo de la Safor

Esta vez si. Esta vez no hubieron bajas de última hora y el tiempo acompañó para realizar la excursión prevista por el Circo de la Safor.
Quedamos a las 9 en el punto habitual con un grupo muy novedoso, ya que de los nueve integrantes, cuatro debutaban: Silvia, Leo, Yunier y Raúl.
Tras un viaje, en donde los coches tuvieron que demostrar su fuerza para superar unas subidas considerables, llegamos al punto de inicio de la ruta. Y resultó que los coches no fueron los únicos que tuvieron que demostrar algo, pues la ruta empezó con una dura subida que nos pilló a todos por sorpresa. Los
nuevos tuvieron un debut de lo más exigente. Tras realizar varios descansos para hacer más llevadera la ascensión, conseguimos
coronar la primera parte de la subida. Allí realizamos un almuerzo a base de frutos secos para recuperar fuerzas contemplando una magnífica vista del circo de la Safor, mientras Nacho nos ofrecía cursos de informática.
Reanudamos la marcha y poco a poco, corrijo, MUY poco a poco, llegamos al Nevero de la Safor. Allí unos cuantos decidieron descansar un rato, mientras que otros decidieron hacer un esfuerzo y coronar la cercana cima de la Safor. Enrique marcó un endiablado ritmo que siguieron Egon, Raúl, Nacho, Mireia y Leo. Una vez en la cima, llegó el momento del arte. La cámara de Egon nos demostró como hacer fotografía en movimiento, mientras Raúl nos sorprendió con unos rápidos y muy simpáticos retratos que quedarán en la memoria de la cima.
Tras la bajada y el reencuentro del grupo llegó el momento de decidir donde comer. Los más hambrientos, con un inspirado en sus ideas Yunier a la cabeza, propusieron comer en el Nevero, pero cuando ya estaba todo decidido, Silvia encontró un "regalito" que nos hizo cambiar de idea. Tras optar por un par de sitios más, en donde Mireia y Cristina encontraron más "regalitos", finalmente encontramos el lugar óptimo y nos pusimos con los preparativos. Nacho y Egon, ayudados por sus pinches, nos prepararon unos deliciosos chivitos para envidia de todo el que pasaba por allí.
Una vez con el estómago lleno procedimos a continuar. Tras una algo accidentada bajada, y una discusión sobre interpretación de mapas incunables del siglo XIII, aparecimos en la carretera que nos devolvió a los coches. Una vez en ellos, Enrique nos mostró las increíbles estadísticas del día, llegando incluso a superar el límite de lo imaginable: 700m/h!!! Menos mal que Yunier lo tiene todo grabado, que sino nadie se lo creería.
Y para celebrar este nuevo récord de excursión made in AMR, nos fuimos al bar de Villalonga, en donde concluyó este divertido y ameno día en los montes de la Safor.

23 de Enero: Las Tres Cruces

Era una excursión especial. La primera sin Javi, que se nos ha ido a vivir a Francia y al que echaremos de menos. Y además de por eso, por otras cosas, se convirtió realmente en una excursión especial.

Maite y Nacho fueron los primeros en llegar al habitual punto de encuentro, y cuando ya pensaban lo peor porque nadie aparecía, la gente fue llegando poco a poco: Enrique Izquierdo, Cristina, Enrique Molina y Raquel... Todos menos Egon! (primer incidente). En un acto de solidaridad forzada con Javi, se quedó en la cama enfermo y se perdió esta peculiar excursión.

Salimos, como siempre con retraso, y en el viaje tuvimos que recoger a Leo y Silvia (que debutaban con AMR) y a Mireia (que volvía tras mucho tiempo). Durante el trayecto tuvimos que parar en la Safor porque el coche de Ana perdía aceite (segundo incidente). Allí vimos que el tiempo se ponía bastante feo: el frío se hacía cada vez más intenso y las nubes más cerradas. Alguien dijo: sólo falta que se pongo un poco más nublado para que nieve... y debería abrir una consulta de predicciones, porque fue llegar a Villalonga, subir al punto de partida y empezó a nevar!!! (tercer incidente).
Bajamos de los coches y aquello parecía los Alpes: nevando con una intensidad muy inusual. Cierta persona con algo de sentido común, muy a pesar de Poupée, sugirió que quizás no había muy buenas condiciones climáticas para subir al pico de la Safor.... y la verdad es que mientras decía eso, ya estaban todas las mochilas blancas. Así que decidimos bajar al bar a almorzar!.
De nuevo en Villalonga, Ana, Raquel y Mireia se entretuvieron haciendo unas divertidas fotos muy invernales, mientras un paisano nos sugería que fuéramos al bar de los jubilados. Qué gran acierto! (el paisano se ganó un cafetito gratis a nuestra costa). Allí pasamos la mañana hasta las 13.00 h. y después, decidimos probar suerte un poco más al norte. Todos menos Leo y Silvia, que decidieron que las condiciones no eran las más adecuadas para debutar y regresaron a Valencia. Así que los que quedamos cogimos los coches y tomamos dirección Norte, hasta que finalmente paramos en Tavernes de la Valldigna, en donde decidimos subir el Pico de las 3 Cruces. Así que, por fin, a las 14.30, empezábamos a hacer algo de deporte. Aunque el camino fue corto, hubo tiempo para perderse (cuarto incidente) y para dudar, a espaldas de Nacho, de su capacidad como guía (la gente se acordaba de Egon y Javi, que nunca dejaban a nadie sólo). Nacho, en un intento desesperado echó la culpa a Poupée porque según él, ella era la guía de verdad.

Finalmente y tras dos horas de caminata, decidimos que ya estaba bien de frío y... ¿dónde acabamos?.... pues otra vez en el bar!!!!. Finalmente y tras tantos incidentes, conseguimos completar una típica jornada AMR: 2 horas de caminar y dos horas de bar. Muy compensada!

Pero volveremos al Pico Safor!!!

5-6 de diciembre. Conociendo el Rincón de Ademuz

En nuestro afan por conocer los diversos rincones -de la Comunidad Valenciana- donde la naturaleza se muestra de un modo más interesante, nos dirigimos en el puente de la Inmaculada hacia el Rincón de Ademuz. Ya lo quisimos visitar en el puente de Todos los Santos, pero la climatología nos lo impidió; algo que no ocurrió en esta ocasión. Las previsiones eran de frio y lluvia, pero eso no consiguió frenarnos.

Cuando llegamos al pueblo de Arroyo Cerezo nos esperaba un gran manto blanco de nieve que lo cubría todo. Pero agradecimos esa circunstancia, ya que el paisaje en ausencia de la nieve hubiera sido un poco desolador. Por este hecho, en más de un momento creíamos estar paseando por la mismísima Siberia.

Una vez más, nos divertimos de lo lindo, haciendo de todo: buscando las marcas de pintura que la nieve no nos impedía encontrar (un aplauso para Egon, lo suyo ya parece un superpoder), encontrando una alcantarilla en medio del campo, admirando las reservas de microflora, patinando sobre hielo, viendo como Ana parecía haber visto la nieve por primera vez en su vida, comiendo una "Doble AMR Burguer"...
Cuando acabamos la ruta, nos dirigimos al hostal donde ibamos a pasar la noche en Ademuz. Gracias a Dios, no se repitió la experiencia del Pixoc, y disfrutamos de una estancia agradable. Los que no lo debieron pasar tan bien fueron nuestros vecinos, que debieron soportar nuestras ruidosas partidas de Party.

A la mañana siguiente, Javi se tuvo que emplear a fondo, para poder levantar al resto de la expedición, que se resistía a despegarse de las sábanas, o de la serie "Zoey" en el caso de Enrique. La lluvía mañanera y la niebla no logró que dejáramos de coronar el pico más alto de Valencia: "El alto de las Barracas".

Después de reponer energías con una arroz a la cubana, con huevos a la plancha, y de teorizar sobre el incidente que parecian haber tenido una pareja de montañeros, nos dirigimos a visitar a unas majestuosas sabinas milenarias. Tras lo cual emprendimos el viaje de regreso a Valencia, cansados pero muy contentos por nuestras 3 excursiones en 2 días, y de lo bien que lo habiamos pasado.

30-31 de Octubre: El Balcón de Alicante y el Migjorn

Las previsiones climatológicas eran de lluvia en todas partes. Pero eso nunca nos ha frenado y esta vez no fue una excepción. Nos dirigimos a un pueblo de la provincia de Alicante: Tibi. Cerca de este, dejamos nuestros coches en una curva de la carretera, donde era una diana ideal para los moteros que pasaban frecuentemente.

Egon había elegido esta ruta por ser sencilla, ya que ese día debutaba en AMR Federica. Pero los acontecimientos no salieron según lo esperado. Primero tuvimos que atravesar una corriente de agua un par de veces. Joaquín lo hizo más fácil, al depositar piedras donde apoyar nuestros pies. Pero Javi decidió hacer de Stallone en "Máximo riesgo" y saltar por encima del rio, desde un sitio un poco más elevado. El problema es que se emocionó demasiado y acabo por el suelo, aunque sin mojarse. Más tarde caminamos por caminos muy empinados, donde el suelo era bastante resbaladizo. La cosa no quedo ahí, porque tuvimos que atravesar una carretera en un peligroso cruce, donde la visibilidad no era muy buena. Para colmo de males, por la tarde, después de comer unos estupendos chivitos en el Balcón de Alicante, donde pudimos disfrutar de una vista impresionante, se nos puso a llover. Enrique cedió amablemente su chubasquero para que Joaquín y Federica pudieran protegerse, mientras que Egon no dejaba de cantar por cualquier cosa que dijéramos (y algunos se extrañaban de la lluvia). En resumen, que si nuestra debutante decide repetir en otra excursión, es que es una auténtica aventurera.

Después de todo esto, fuimos al pueblo a tomarnos algo caliente, para más tarde visitar el pantano más antiguo de Europa, que parecía estar cerca, pero al que nos costó un buen rato llegar. Una vez visto, Joaquín y Federica decidieron volver a Valencia, y el resto nos dirigimos al pueblo de Xixona.

Nuestra experiencia en ese pueblo no fue muy buena. Primero descubrimos que el sitio que había reservado Javi era una casa un tanto tenebrosa, que tenía un dueño de lo más extraño. Ya nos intentó avisar una lugareña, pero decidimos seguir según lo previsto. La ducha de agua fria, la carencia de enchufes y otros elementos hicieron de nuestra estancia algo muy variopinto. Todos temiamos que en cualquier momento de la noche, nuestro casero se transformara cual Jack Nicholson en "El resplandor". Otro momento difícil de la noche fue cuando quisimos ir a cenar a algún sitio típico. Descubrimos que estábamos en el pueblo más exclusivo del mundo y que si no queriamos tomar pizza con alucinógenos, las posibilidades eran escasas.

A la mañana siguiente amaneció nublado. Pero en cuanto quisimos ponernos en marcha se puso a llover. Cuando ya ibamos a irnos, el fuerte viento empujó las nubes y apareció un cielo totalmente despejado. Decidimos darle una nueva oportunidad a la excursión y salimos hacia el pico. La subida fue larga y dura, pero conseguimos llegar a la cima, después de pasar cerca de la casa del alcalde, convenientemente instalada, y de ver a unas chicas que parecían estar divirtiéndose mucho.

Pero si creiamos que todo iba a resultar relajado al coronar el Migjorn, estábamos muy equivocados. Una densas nubes se acercaban peligrosamente, por lo que tuvimos que hacer el descenso a toda velocidad, comiendo apenas unas patatas. La lluvia nos alcanzó de pleno, pero iba y venía, tomándole el pelo a un Egon que no sabía si ponerse o quitarse su disfraz de dementor.

Cansados, hambrientos y mojados llegamos de vuelta a Xixona. Como ya era muy tarde, tuvimos que irnos a comer a Alcoy, donde nos saciamos en una hamburguesería. Todos menos Egon, que con una ensalada se mantenía fuerte en su idea de hacer dieta. Una vez satisfechos, cogimos el coche de vuelta a nuestros respectivos hogares.

6-10 agosto: De Puigcerda a Setcases por el GR11

Nuestro objetivo es cruzar los Pirineos, de mar a mar. El año pasado comenzamos, yendo de Setcases a Albanya. En aquella ocasión pecamos un poco de novatos. No pudimos hacer todo el recorrido previsto, acabamos agotados (alguno incluso lesionado), nos hizo un calor horroroso, la organización falló en algunos momentos... Pero este año hemos aprendido de nuestros errores, y podemos decir que la expedición ha sido un rotundo éxito.

Hicimos todo el recorrido previsto, aún siendo más duro que el anterior. Rozamos los 3000 metros de altitud en algunos momentos. Además, los paisajes que recorrimos fueron mucho más bonitos, destacando de forma particular el Valle de Nuria, rodeado por unas montañas majestuosas. Excepto a grandes alturas, el verde intenso de la vegetación nos golpeaba continuamente. Los bosques y los continuos riachuelos que cruzábamos nos hicieron muy agradable la travesía

Se notó perfectamente el entrenamiento. Quizás Enrique, el único que no se había entrenado expresamente fue el que más tuvo que esforzarse en algunas pendientes, pero completó casi todo la travesía sin apenas problemas. Egon, el más damnificado el año anterior, subía sin ningún inconveniente, gracias a sus dos bastones y a su mejor condición física.

El tiempo nos respetó en todo momento. Bien es verdad que acabamos todos quemados por el sol, sobretodo Enrique, pero durante el día el calor era soportable, y cuando se iba el sol el tiempo pasaba a ser de lo más agradable. Más de una vez tuvimos que recurrir a sudaderas y polares. La primera noche, en Puigcerda, incluso tuvimos que dormir con manta.

Todo salió según lo previsto, con lo que los organizadores se desquitaron de algunos errores del pasado. No hubiera sido posible sin la ayuda de Carlos y Amparo, que "casualmente" hacían otro plan más relajado por la misma zona. También el GPS de Enrique nos ayudó a no perder el rumbo en ningún momento. Pudimos descansar muy bien en todos los sitios, sin sufrir demasiado los ronquidos de Javi. Y los menús que hicimos provocaron que más de una vez tuviéramos que chuparnos los dedos (literal y figuradamente).

A la vuelta, en el tren, al margen de algunos polémicos juegos, Egon y Javi ya empezaban a darle vueltas al siguiente plan por la senda pirenaica.

9 de mayo: Xátiva y la Vall d'Albaida


Este no está siendo el año en el que estamos haciendo más excursiones, pero las que hemos hecho han valido siempre la pena. En esta ocasión, nos dirigiamos al pueblo de Xátiva, concretamente a la fuente de los 25 caños, desde donde comenzamos nuestra andadura. Aunque la guía no era muy clara, Egon supo llevarnos por el buen camino. En todo momento caminamos cerca del rio Albaida, gracias a lo cual los mosquitos se convirtieron en nuestros amigos inseparables. La cámara de Pacho esta vez no pudo inmortalizar el paisaje, ya que se quedó sin energías.

El día volvió a salirnos soleado, pero esta vez se excedió. La parte buena es que volvimos con un color de piel muy bueno, pero el calor a veces era difícil de soportar. Una situación divertida fue cuando estábamos a punto de llegar a una fuente, donde teniamos pensado parar a comer. Estuvimos un buen rato imaginando donde estaría, con ocurrencias bastante graciosas, sobretodo por parte de Enrique. Más tarde de lo esperado llegamos, y pudimos degustar su fresca agua. Pero de una situación graciosa pasamos a otra. Resulta que el Departamente de Alimentación no había calculado bien la cantidad de gas necesaria. El resultado fue que algunos filetes se quedaron sin hacer. Aunque eso no detuvo a los ingenieros Egon y Javi, que supieron salir airosos, y disfrutar al final de un buen bocadillo.

Cuando ya estábamos llegando al pueblo, nos sorprendió un aguacero que nos dejó calados en pocos minutos, teniendo que esprintar para llegar a algún sitio donde resguardarnos. Esas inclemencias del tiempo no impidieron que pasáramos un día muy agradable y divertido.

10-12 de abril: Morella y alrededores


Nuestro plan para el puente de San Vicente comenzó el sábado, con una larga excursión por los alrededores de Villafranca del Cid. Los enormes bosques de la zona nos hicieron disfrutar de lo lindo. Pero sobretodo nos lo pasamos bomba con los desvarios made in Joky & Egon. La venida del Plátano, la deformación profesional que mostrábamos cada uno, o la historia del kragen (¿o era Graken?), fueron algunos ejemplos.

Gracias a los contactos de Egon, al terminar pudimos alojarnos en un estupendo albergue, donde nos duchamos y cambiamos. Más tarde subimos a Morella para degustar la gastronomía típica del lugar, conocer un poco más la cultura polaca, y celebrar el triunfo del Barça sobre el Madrid. Ya por la noche, Egon y Javi se dedicaron a compartir sonidos a cual más raro.

El domingo amaneció aún más soleado y caluroso, si eso era posible. Gracias a ello, hoy podemos presumir de un bronceado que es la envidia de toda Valencia. Esta vez la ruta era de Forcall a Morella, por un camino muy bonito por la mañana, y muy monótono por la tarde. Comprobamos lo buenas que estaban las quelitas con sobrasada, obsequio de Javi, el cual se emocionó tanto que acabó cortándose el dedo. Menos mal que Egon y su botiquín estaban ahí para salvarle. Más tarde conocimos de primera mano a unas excursionistas con las que no contábamos: las procesionarias.

Por la tarde, Joky se volvió a Valencia, dejando el grupo reducido a 3. Después de cenar, Enrique nos demostró como se puede ganar al tute, remontando espectacularmente una partida que Javi ya creía tener ganada.

El lunes quedó reservado para visitar el pueblo de Morella, con su castillo y sus calles. También disfrutamos de la típica comida morellana, con ternasco incluido. Enrique sucumbió a los encantos del chocolate, mientras Egon y Javi probaron la cuajada que Joky tan brillantemente despreció dos días antes.

Nos hubiéramos quedado más tiempo, pero nuestras obligaciones nos llamaban, así que a primera hora de la tarde, después de comprar varios productos típicos, emprendimos el viaje de vuelta a Valencia.

7 de febrero: Alrededores del embalse de Benagéber


Era una fria o nubosa mañana de invierno. 11 intrépidos aventureros se disponían a hollar con deleite unas oquedades topaceas... Vale, lo siento, me ha salido sólo. De tanto leer a Stewi me he contagiado.

Después de un viaje tranquilo, donde comprobamos como rugía el coche de Enrique Molina, llegamos a la presa del embalse de Benagéber, desde donde comenzaba nuestra ruta. Nada mas empezar, desoimos el consejo de Shrek: "si ves un túnel, no vayas hacia la luz". Una vez salimos de él, Tomás comenzó su primera lección del día: "la energía nuclear". A consecuencia de ello, Enrique Izquierdo estuvo a punto de dormirse mientras caminaba.

Tuvimos que parar en numerosas ocasiones, porque casi todos los integrantes llevaban su propia cámara fotográfica, y la belleza del paisaje no ayudaba a mantener un ritmo constante. Uno de los lugares de más éxito fue el puente colgante, donde nuestras debutantes internacionales (Karolina, Cristina y Alexandra), comprobaron lo locos que estamos los españoles en general, y los amiritmeros en particular.

Comimos, ahora sí, junto a unas oquedades topaceas, un menú que brilló por su calidad y cantidad. La siesta posterior de Enrique M. dió fé de ello. Una vez retomada la marcha, Tono y Rafa compitieron por quien se hacía la foto más arriesgada junto a una roca saliente, al borde de un precipicio (¡lo que hay que hacer por tener un buen perfil en el facebook!).

De vuelta a la presa, Egon nos guió a un bar de Chelva, para acabar la excursión como Dios manda, según manda la tradición de nuestro grupo.

Si quieres ver las estadísticas de la excursión pincha aquí.

17 de enero: De Serra al Garbí y vuelta


Quedamos a las nueve de la mañana en la parada de metro de Campanar-La Fe. Pero esta tiene varias salidas, y Pacho se preocupó por conocerlas todas, antes de reunirse con nosotros y partir hacia la Sierra de la Calderona.

Una vez allí, comprobamos que el autor del folleto que seguiamos, no distinguía entre punto kilométrico 21 o 23. En él se encontraba la fuente de Sant Josep, de donde debíamos partir. Al final, después de varias vueltas de coche, partimos desde la fuente de L'Ombria. Creiamos que le habían cambiado el nombre, porque el pueblo sería laico. Pero nos equivocábamos. Menos mal que desde ahí partía una ruta, que enlazaba con la nuestra, y pudimos desenredar el entuerto; gracias al GPS de Tomás y a la correcta interpretación del mapa de nuestro guía. Para no aburrirnos, Egon nos demostró la capacidad de su cámara de cambiar en las fotos los colores de la ropa y la cara de las personas.

Nuestro camino nos llevó a un castillo medio derrumbado, desde donde tuvimos una vista magnífica de la sierra y el mar. Más tarde pasamos por la fuente de Barraix, donde hace un tiempo tuvimos el honor de conocer al autor de nuestra guía excursionista, Esteban Cuellar (Stewi para los amigos).

Por fin llegamos a la cima del Garbí, donde Pacho vació el carrete de su super cámara. Enrique y Enrique II debatieron ampliamente sobre la seguridad laboral. Y Javi se dedico a preparar la excelente comida que teníamos por delante.

A la vuelta, Egon tuvo un tirón de pie (si vosotros sabeis lo que es no dudeis en explicármelo) y eso le llevó a tergiversar la ruta y hacernos dar una gran vuelta para volver a los coches. No obstante, todo se olvidó en el bar del pueblo (el mejor momento de la excursión para Enrique), donde Pacho nos explicó los tipos de cafés y platos típicos que existen en Colombia, para gran pesar de Javi y Egon, que hace pocos días habían empezado su dieta.