17 de Abril: El Barranco del Carcalín

Tras casi dos meses de espera, A mi ritmo volvía a la montaña. Y lo hacía programando una excursión por las cercanías de Buñol, siguiendo las instrucciones de una nueva página web recientemente descubierta (que Stewi nos perdone). En esta excursión contamos con tres nuevos integrantes: Claudia, Ángela y Nacho Meroño, que esperamos sigan apuntándose a nuevas excursiones. Además, nuestra integrante más nerviosa, Poupée, celebró su décima excursión con nosotros. Enhorabuena!

A las nueve en punto nos habíamos citado en el punto habitual, en donde nos sorprendió a todos un puntualísimo Enrique. Por contra, el grupo comandado por Pacho y Cristina sufrió los malos horarios del metro un domingo de mañana y tardó un poco más.
Ya con todos los integrantes, nos repartimos en los coches y nos dirigimos a Buñol, en donde llegamos en apenas media hora. Una vez aparcados los coches y repartida la comida, nos dispusimos a comenzar. Y ahí apareció la primera controversia del día: Víctor, que ya había hecho la excursión con anterioridad, nos indicaba un camino, mientras la ruta indicaba otro. Finalmente nos fiamos, evidentemente, de la ruta.

Tras un corto tramo caminando, en donde un grupo de aventajados comandados por Nacho Ferrer se pasaba alegremente todos los desvíos, llegamos al punto de desvío hacia el Puente Natural. Punto en donde el barranco era tan estrecho que incluso hicimos amistad con la gente que caminaba por el sendero de la otra vertiente. Intrigados por el Puente Natural, y desatendiendo los consejos de nuestra más que prudente nueva amiga, decidimos descender al citado Puente, que resultó ser mucho menos espectacular de lo que esperábamos, aunque lo compensamos con un rico almuerzo.

De nuevo en camino, y pasando junto a las vallas del tren, llegamos a la Cueva Grande en donde un grupo de intrépidos estaban practicando escalada. Tras contemplarlos un rato continuamos hasta la pequeña presa de contención, en donde Cristina nos realizó unas espectaculares fotografías y en donde decidimos descansar de nuevo. Apremiados por un insistente Egon y por una intranquila Poupée, nos pusimos de nuevo en marcha. Víctor nos descubrió una bonita casa de verano, y Pacho satisfizo su vena fotográfica haciendo fotos a las chicas junto a las flores del lugar. Ascendiendo ligeramente llegamos a las vías del tren, que teníamos que traspasar, o tras pasar, prudentemente. Ni caso... nos hicimos fotos, hablamos tranquilamente, Nacho Ferrer hizo un boicot en las vías...

Continuando el ascenso tuvimos otro momento de duda, y eso a pesar de estar perfectamente equipados gracias a los GPS de Nacho Meroño y Enrique. Finalmente optamos por la opción correcta y en pocos minutos ascendimos al punto más alto, en donde un chaletero nos sugirió que ya era hora de comer. Y le hicimos caso, aunque nos costó encontrar el sitio adecuado.
Finalmente, los cocineros Egon y Nacho Ferrer nos ofrecieron, ayudados de los pinches, un bocata de longanizas con pisto que nos sentó de maravilla a todos. Bueno, a todos menos a Enrique, al que le provocó un ataque de susceptibilitis aguda, que comenzó con un ataque frontal al café de Nacho Ferrer. Mientras todos reíamos la situación, Víctor nos demostró como se acomoda un verdadero amiritmero.

Tras llenar el estómago, nos pusimos de nuevo en marcha, y en suave descenso fuimos poco a poco regresando a Buñol. Por el camino, Pacho se erigió de nuevo en embajador turístico de Colombia, y tras haber convencido ya a Egon en anteriores ocasiones, centró sus esfuerzos en Mireia. Mientras, Poupée, para desgracia de Nacho Ferrer, se dedicó a bañarse en las apetecibles pozas del barranco, dándonos envidia a más de uno.

Finalmente, acabamos la excursión donde siempre, en un bar, tomando algo fresquito. Aunque esta vez fue más corto de lo habitual por las prisas de Egon, que prometió ir más relajado la próxima excursión.

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