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4-Junio: El Barranc del Queixal-Fresnal

Amaneció un día en que los meteorólogos pronosticaban lluvia y frío y, sin embargo, apareció soleado. En función del tiempo debíamos escoger entre dos posibles rutas: la Ruta del Agua de Chelva o el Barranc del Queixal-Fresnal, en Mijares (Buñol). El miedo a que los meteorólogos acertaran a media mañana o las ganas de guardar la Ruta del Agua para un día de más calor y mejor tiempo, nos hicieron decantarnos por Mijares.

Quedamos, esta vez, junto a la parada de Campanar-La Fé junto con un grupo muy novedoso. A los tradicionales Egon y Enrique Izquierdo, se nos unió Raquel que hacía tiempo que no venía, y Karolina, que tras casi un año de ausencia por fin pudo volver a los montes. Además, a última hora Claudia no pudo venir, pero en su lugar apareció Gustavo, un nuevo compañero de
Colombia que se animó a venirse con nosotros. Finalmente, Cristina y Raúl consiguieron convencer a tres de sus amigos para que probaran con nosotros: Adrián, Agustín y Jorge, los que esperamos se divirtieran con nosotros.

Una vez llegados a Mijares, no sin antes haber parado diez minutos a hacer un heterogéneo descanso (la mitad estaban mareados y la otra mitad almorzaron), comenzamos la ruta. Esta vez seguíamos las instrucciones de la página web Senderos Valencianos, que resultaron ser un poco erróneas. Menos mal que acompañan la ruta para GPS... Por una cosa u otra, nada más empezar nos perdimos y escogimos el camino erróneo. Menos mal que al poco rato supimos rectificar y regresamos a la senda correcta.

La ruta transcurría tranquilamente por camino hasta que llegamos a la citada rambla.
Allí el camino se volvió más aventurero y nos obligó a sortear piedras, rocas, plantas y hasta alguna pequeña pared que tuvimos que "escalar". No obstante, hay quien encontró esto de lo más divertido y disfrutó cual niño/a pequeño/a.

Continuamos la ruta ya de forma más tranquila, mientras Karolina nos sorprendía con su cada vez mejor y más fluido castellano, y Gustavo nos daba consejos médicos para prevenir y curar tendinitis.

El hambre comenzaba a acechar y decidimos esperar a una fuente que citaba la ruta para comer.
Si alguien ha visto la fuente que nos lo comunique... Allí no había nada, así que proseguimos la ruta hasta encontrar un sitio donde comer. Pero nos aguardaba una sorpresa: el camino sufría un gran ascenso y el hambre de algunos nos hizo dudar de continuar o parar ya. Finalmente se impusieron lo que querían continuar y proseguimos. Al final encontramos una especie de chalet o caseta de montaña y comimos allí pensando que nos encontrábamos en la zona de acampada. La comida fue entretenida y diversa, y un poco más y nos vamos de allí convertidos en Spidermans y Spiderwomans, por que las arañas del lugar tenían un tamaño que superaba al corriente.

Tras comer, encontramos la verdadera zona de acampada, mucho mejor acondicionada y preparada que nuestra "zona de acampada", aunque ya poco nos importó al llevar la tripa llena.
Y la tarde empezó como la mañana: nos separamos del camino. Aunque esta vez decidimos no volver atrás, sino atajar a través de una pequeña bajada monte a través de lo más entretenida, sobre todo el último tramo que hicimos con un particular sistema de frenado.

Y poco a poco, con las quejas de algunos por que la ruta resultó más larga de lo previsto, y los chistes de otros, llegamos de nuevo a los coches. Y para concluir, como no, nos tomamos un refresco en el bar, pero como no había en Mijares, nos acercamos a Yátova. Si el bar no va a "A mi ritmo", "A mi ritmo" va al bar...

23 de Enero: Las Tres Cruces

Era una excursión especial. La primera sin Javi, que se nos ha ido a vivir a Francia y al que echaremos de menos. Y además de por eso, por otras cosas, se convirtió realmente en una excursión especial.

Maite y Nacho fueron los primeros en llegar al habitual punto de encuentro, y cuando ya pensaban lo peor porque nadie aparecía, la gente fue llegando poco a poco: Enrique Izquierdo, Cristina, Enrique Molina y Raquel... Todos menos Egon! (primer incidente). En un acto de solidaridad forzada con Javi, se quedó en la cama enfermo y se perdió esta peculiar excursión.

Salimos, como siempre con retraso, y en el viaje tuvimos que recoger a Leo y Silvia (que debutaban con AMR) y a Mireia (que volvía tras mucho tiempo). Durante el trayecto tuvimos que parar en la Safor porque el coche de Ana perdía aceite (segundo incidente). Allí vimos que el tiempo se ponía bastante feo: el frío se hacía cada vez más intenso y las nubes más cerradas. Alguien dijo: sólo falta que se pongo un poco más nublado para que nieve... y debería abrir una consulta de predicciones, porque fue llegar a Villalonga, subir al punto de partida y empezó a nevar!!! (tercer incidente).
Bajamos de los coches y aquello parecía los Alpes: nevando con una intensidad muy inusual. Cierta persona con algo de sentido común, muy a pesar de Poupée, sugirió que quizás no había muy buenas condiciones climáticas para subir al pico de la Safor.... y la verdad es que mientras decía eso, ya estaban todas las mochilas blancas. Así que decidimos bajar al bar a almorzar!.
De nuevo en Villalonga, Ana, Raquel y Mireia se entretuvieron haciendo unas divertidas fotos muy invernales, mientras un paisano nos sugería que fuéramos al bar de los jubilados. Qué gran acierto! (el paisano se ganó un cafetito gratis a nuestra costa). Allí pasamos la mañana hasta las 13.00 h. y después, decidimos probar suerte un poco más al norte. Todos menos Leo y Silvia, que decidieron que las condiciones no eran las más adecuadas para debutar y regresaron a Valencia. Así que los que quedamos cogimos los coches y tomamos dirección Norte, hasta que finalmente paramos en Tavernes de la Valldigna, en donde decidimos subir el Pico de las 3 Cruces. Así que, por fin, a las 14.30, empezábamos a hacer algo de deporte. Aunque el camino fue corto, hubo tiempo para perderse (cuarto incidente) y para dudar, a espaldas de Nacho, de su capacidad como guía (la gente se acordaba de Egon y Javi, que nunca dejaban a nadie sólo). Nacho, en un intento desesperado echó la culpa a Poupée porque según él, ella era la guía de verdad.

Finalmente y tras dos horas de caminata, decidimos que ya estaba bien de frío y... ¿dónde acabamos?.... pues otra vez en el bar!!!!. Finalmente y tras tantos incidentes, conseguimos completar una típica jornada AMR: 2 horas de caminar y dos horas de bar. Muy compensada!

Pero volveremos al Pico Safor!!!